
La comuna vivió uno de sus momentos más esperados de diciembre: el tradicional encendido de los árboles de Navidad en Matilla y Pica. Primero en la Plaza Caupolicán y luego en la Plaza de Armas, familias completas llegaron para acompañar una actividad que ya forma parte del espíritu local y de la identidad del oasis.
El alcalde Iván Infante Chacón, junto al cuerpo de concejales, lideró la cuenta regresiva que llenó de expectación a grandes y pequeños. Y cuando las luces se encendieron, el árbol de más de 15 metros —con más de 16 mil luces— transformó la plaza en un espacio cálido, lleno de brillo y alegría compartida.
El aroma del chocolate caliente y las sopaipillas envolvía la plaza, mientras los niños —algunos disfrazados, otros corriendo con los cintillos luminosos entregados por la Municipalidad de Pica— jugaban como si la noche fuera un cuento que no querían que terminara.
Y entonces ocurrió ese instante que todos esperaban: la llegada del Viejito Pascuero. Junto a su ayudante, la siempre alegre Lucy Lu, llenaron de música, bailes y dulces una jornada que ya venía cargada de emoción. Él escuchó los sueños de cada niño, preguntó por los regalos anhelados y se tomó fotografías con todos, dejando en cada familia una chispa de ilusión.
Fue una noche que recordó por qué estas tradiciones siguen vivas: porque reúnen a las familias, crean recuerdo y llenan la comuna de una energía que solo diciembre puede traer.



